Don Lipski, uno de los escultores y artistas plásticos más aclamados de Estados Unidos, siempre supo que tenía una vena artística. Tenía una energía creativa fuera de lo normal. Durante la escuela primaria hacer los deberes le aburría . Pasaba más tiempo dibujando en los libros que pensado sobre qué escribir en ellos.
Hubo un profesor que intentó estimular sus habilidades artísticas, pero Don no se tomaba el arte en serio. En el departamento de escultura descubrió la soldadura, que fue como encontrar el Santo Grial. Aún así no estaba seguro de qué hacer con esa fascinación. No se veía como artista porque no era bueno dibujando. Mientras los amigos dibujaban, el jugaba con con bloques y construía cosas. Nunca pensó en ir a una escuela de arte, ni siquiera cuando empezó a exponer sus esculturas en el colegio.
Cuando acabó la secundaria se matriculó en Administración de Empresas. En el último año eligió dos asignaturas optativas: ebanistería y cerámica. Le encantaron y sobresalió en las dos. Sintió casi por primera vez la verdadera euforia de trabajar como un artista profesional. En la clase de cerámica también encontró algo que había echado de menos durante toda su experiencia académica: un profesor que lo motivaba. Por primera vez, a Lipski le pareció que era posible y que valía la pena hacer carrera como artista. Decidió hacer un curso de posgrado en cerámica en el Cranbrook Art Institute. Cuando Don llegó allí descubrió todo un mundo nuevo de gente y posibilidades. Así que por primera vez en su vida se vio rodeado de gente seria y comprometida con la realización de sus obras de arte.
Don encontró su tribu en Cranbrook, que lo llevó por un camino diferente.
Hallar la tribu correcta puede ser imprescindible para encontrar nuestro Elemento. Por otra parte, sentir en lo más profundo del alma que uno está con la tribu equivocada es probablemente un buen signo de que hay que buscar en alguna otra parte.
Helen Pilcher hizo justamente eso. Dejó de ser científica y se convirtió en una de las pocas cómicas de la ciencia. Creó The Comedy Research Project (CRP) que se propone, dice Helen, demostrar la hipótesis de que la ciencia puede ser divertida. Por el día cultivaba células madres y por la noche espectadores formando parte del circuito de la comedia londinense.
Para Helen, una vida en el seno del mundo científico le dio paso a una vida dedicada a escribir y a comunicar la ciencia. "Me dio miedo dejar el laboratorio-dice-pero no tanto como la perspectiva de quedarme en él. Mi consejo es que si estás pensando en dar este tipo de salto, lo mejor es que hagas como un lemming y saltes."
Del Libro El Elemento.
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