miércoles, 11 de diciembre de 2013

La cadena causal


Es muy interesante descubrir la existencia de una correlación general entre las relaciones estresantes y la falta de salud e identificar uno o varios eslabones de las posibles cadenas causales. Pero, a pesar de que las investigaciones realizadas sugieran ocasionalmente la implicación de determinados mecanismos biológicos, los médicos suelen mantener una actitud muy escéptica e insistir en la existencia de factores causales muy diversos. Es posible, por ejemplo, que las relaciones problemáticas lleven a alguien a beber o fumar en demasía o a padecer de insomnio, lo que también podría ser una causa inmediata de mala salud. Es por ello que la investigación ha seguido rastreando la existencia de un vínculo biológico más claro y ajeno a este tipo de
razones. Consideremos el caso de Sheldon Cohen, psicólogo de la Carnegie Mellon University, que probablemente sea la persona que más resfriados ha contagiado. Pero no se trata de que Cohen sea un malvado, porque su investigación se halla al servicio de la ciencia. En condiciones rigurosamente controladas, la investigación dirigida por Cohen ha expuesto sistemáticamente a los sujetos voluntarios a un rinovirus que provoca el resfriado común, con la intención de determinar las causas que provocan, en un tercio de las personas expuestas, una amplia diversidad de síntomas, mientras las demás, por su parte,
sólo experimentan una leve congestión nasal. El método desarrollado por Cohen es muy estricto, colocando a los voluntarios en cuarentena veinticuatro horas antes de la exposición, para asegurarse de que no han pillado el resfriado en otra parte. Durante los siguientes cinco días (y tras recibir 800 dólares), los sujetos permanecen en una unidad especial con otros voluntarios, manteniendo entre sí una distancia
mínima de un metro, para asegurarse de que no se infectan. Durante esos cinco días, sus secreciones nasales fueron analizadas en busca de datos técnicos (como el peso total de sus mucosidades), se verificó
también la presencia de los rinovirus específicos y se les realizó un análisis de sangre para determinar la presencia de posibles anticuerpos. Así fue como Cohen tomó una medida del resfriado mucho más exacta que la mera cantidad de estornudos y el catarro nasal. Sabemos que los bajos niveles de vitamina, el tabaco y el insomnio incrementan la probabilidad de infección. ¿Cabe también agregar, a esos factores, las relaciones estresantes? Según Cohen, la respuesta a esta pregunta es claramente positiva.
El riguroso método seguido por Cohen asigna valores numéricos muy concretos a los factores que hacen que una persona se resfríe, mientras que otra permanece sana. Los resultados de su investigación han puesto de relieve que quienes mantienen relaciones más conflictivas son dos veces y media más proclives a desarrollar la enfermedad que los demás, un resultado que ubica a las relaciones problemáticas en el mismo rango causal que la falta de vitamina C o los problemas de insomnio (mientras que el hecho de fumar, el más dañino
de los hábitos, los tornaba tres veces más proclives a sucumbir a la enfermedad). También hay que decir que, en este sentido, los conflictos que duran un mes o más aumentan la susceptibilidad a la enfermedad, mientras que aquellos que tienen un carácter ocasional no ponen el peligro la salud.
Aunque las discusiones continuas son malas para la salud, permanecer aislados todavía es peor. Si los comparamos con quienes poseían una amplia red de relaciones sociales, los que mantenían pocas relaciones era 4,2 veces más proclives a resfriarse, convirtiendo a la soledad en un factor de riesgo todavía
más importante que el hecho de fumar.
Parece, pues, que cuanto mayor es nuestro ámbito de relaciones, menor es nuestra vulnerabilidad al resfriado. Tal vez, si tenemos en cuenta que el hecho de relacionarnos aumenta la probabilidad de contraer la enfermedad, esta idea nos parezca contraintuitiva, pero no debemos olvidar que las relaciones sociales movilizan los estados de ánimo positivos, al tiempo que reducen la incidencia de los negativos, eliminando el cortisol y aumentando nuestra respuesta inmunológica en condiciones de estrés. Así pues, las relaciones parecen protegernos del mismo riesgo de exposición al resfriado que promueven.

                             Del Libro Inteligencia Social.

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