viernes, 28 de febrero de 2014

La necesidad del Cambio


La necesidad del Cambio como Patología
Parece ser que todo está hecho para propiciar una gran necesidad a cambiar todo en nuestras vidas constantemente. La casa, el coche, la ropa, el cuerpo, la pareja, la ciudad,  el país, el trabajo que hacemos,  la profesión que elegimos, la forma de pensar y sobre todo la forma de sentir. Hay una industria impresionante montada alrededor de esto



No quiero decir cerrar la posibilidad a los  cambios positivos. Me refiero  a una nueva  forma de vivir que comenzó siendo un fluir de cambios  para convertirse en  una obsesión o la única manera de satisfacción. 
 Las personas pronuncian, gran parte del tiempo de sus vidas, las frases:  “algo tiene que pasar”, “algún cambio tiene que venir” o “algún cambio tiene que haber para salir de esto o aquello”. Y yo digo,  si en vez de centrarnos en aquel cambio que estamos esperando o en muchos casos buscando desesperadamente por todos lados , nos centramos en lo que estamos viviendo ahora y para qué motivo de estar viviendo esto aquí y ahora?. Quizás solo con dejarnos vivir  y fluir todo cambio que debe de ser sería, sin forzar nada,  sin esfuerzos económicos y familiares, sin energías perdidas, sin tantas lágrimas y salud derrochada en el camino.
Salir  del: ¿Qué hago yo aquí?,” algo tiene que pasar”. Empezar  a vivir en el “Estoy aquí y aquí-ahora es dónde tengo que hacer y ser en este preciso momento de mi vida y de esta forma”. ¿Por qué esa necesidad de cambio tan profunda?  ¿Qué está pasando?  ¿Porqué hay tanta inconformidad e insatisfacción?. Quién  dijo que nuestra vida no sirve para querer cambiarla constantemente y absolutamente en todos los aspectos. Porqué nada nos alcanza y cuando lo alcanzamos, tampoco,  y vamos en búsqueda de más y más?. 
Qué   cree usted que debe de  pasar, y cuándo?.  Hay una necesidad imperiosa de cambios  a todos los niveles y lo que esto está provocando  es un período de stand-by global que está destruyendo todos los cimientos. 
En un aspecto el  volver a empezar lo veo fabuloso, pero lo que también veo, es que no todas las personas tienen a su alcance las herramientas emocionales para resurgir, con lo cual, se están  propiciando cambios  paradigmáticos  importantísimos y a la vez positivos,  pero a riesgo de  que una gran parte  de la población no pueda afrontarlos  emocionalmente ni físicamente en el momento del volver a nacer y a reaprender.
 Como siempre  cuando  estamos en un proceso ponemos la mirada en el objetivo a alcanzar y no en el camino que se está andando,  en la gente con la que estamos compartiendo ese camino o la que se nos une mientras andamos.  
 También tenemos que saber que  los cambios al ser  movilizadores están  envolviendo   de forma vertiginosa a la gente,  y que a la vez está produciendo una cantidad de pseudos -maestros que buscan enriquecer sus egos y otras cosas con el caos provocado por esa sed de cambio. Muchos de ellos  nunca atravesaron  ese proceso  profundo del que hablan, en sus vidas,  o peor  es que aportan aún más confusión a la ya existente,  con más información y más de lo que hay que ser y hacer.
 Creo que es  imposible para una ser humano  ( de esta dimensión) no ser subjetivo en sus enseñanzas y en lo que  trasmite, entonces lo que sucede cuando usted  escucha  a  un “maestro” con sus  propios procesos de  cambios a los que se suman los cambios del maestro y los cambios de todas las personas con las que se  va  encontrando en el camino, más las personas con las que una semana o un mes antes  conversó  del tema. Conclusión caos total!.  ¿A dónde está  usted ahora?, ¿Es usted  o es la suma de muchos? Quizás en definitiva terminamos siendo la mezcla de todos esos cambios, con lo cual puedo especular diciendo que lo que usted  llevaba consigo en un principio se perdió en la multitud; sencillamente porque tanta información nos descentra, tanto ruido no nos permite escucharnos. Pero curiosamente  en los procesos de “cambio”, las personas suelen ir en busca de espacios dónde no hay silencio, donde le digan lo que tiene que hacer y como lo tiene que hacer. Donde le den una fórmula mágica.
Esto es entonces  una satisfacción temporal, aparente y vulnerable, la cual no es reconocida por esas mismas personas,  a las que no dejo de incluirme. Estamos viviendo en una consciencia temporal  y parcial.
En definitiva creo que lo más positivo es conocernos, reconocernos, aceptarnos y amarnos como seres humanos perfectamente imperfectos. En este camino hay muchas técnicas  y personas que pueden aportar y ayudar a que esto ocurra. Pero solo nosotros vamos a saber  dónde está el punto de ayuda constructiva o destructiva. La elección es solo nuestra.
“La primer persona a la que necesitas conocer es a ti” y si este conocimiento te lleva a un cambio  entonces  es  “Maravilloso”! Y si no es así también  es “Maravilloso”!.
¿Quién más que tú  puede saber escuchar  y comprender las señales de tu cuerpo y de tu alma?
                                                                               
                                                             Adriana Paola Boldrini Camponovo

jueves, 27 de febrero de 2014

Conocerse a sí mismo


Sin conocerse a sí mismo, haga uno lo que hiciere, no es posible el estado de meditación. Entiendo por «conocerse a sí mismo», conocer cada pensamiento, cada estado de ánimo, cada palabra, cada sentimiento; conocer la actividad de la propia mente, no el yo supremo, el gran yo; no existe tal cosa; el yo superior, el atma, sigue estando dentro del campo del pensamiento. El pensamiento es el resultado de nuestro condicionamiento, es la respuesta de nuestra memoria, tanto de la ancestral como de la inmediata. Si no hemos establecido primero, de manera profunda, irrevocable, esa virtud que adviene cuando nos conocemos a nosotros mismos, el mero intento de meditar es totalmente engañoso y absolutamente inútil.
Por favor, es muy importante que aquellos que son serios, comprendan esto. Ya que si no lo hacen, su meditación y el vivir factual estarán divorciados, separados, tan ampliamente separados que, aun cuando uno pueda meditar, adoptar posturas indefinidamente por el resto de su vida, no verá más allá de su nariz. Cualquier postura que adopte, cualquier cosa que haga, no tendrá en absoluto sentido alguno.
... Es importante comprender qué es este conocerse a sí mismo: simplemente, estar atento, sin opción ni preferencia alguna, al «yo», el cual tiene su origen en un haz de recuerdos; sólo estar conscientes de él sin interpretarlo, tan sólo observar el movimiento de la mente. Pero esa observación se ve impedida cuando, por medio de la observación, uno se limita a acumular ideas sobre qué debe hacer, qué no debe hacer, qué debe lograr. Si procedemos así, ponemos fin al proceso vivo que es el movimiento de la mente centrada en el «yo». O sea, tengo que observar y ver el hecho, lo factual, lo que es. Si esa observación la abordo con una idea, con una opinión -como la de «no debo», o «debo», que son las respuestas de la memoria-, entonces el movimiento de lo que es se ve obstaculizado, bloqueado; por lo tanto, no existe el aprender.

                                             Krishnamurti

miércoles, 26 de febrero de 2014

Liberarse de la ocupación mental



¿Puede la mente estar libre del pasado, libre del pensamiento -no del buen o del mal pensamiento-? ¿Cómo lo descubro? Puedo descubrirlo sólo viendo en qué está ocupada la mente. Si está ocupada en el bien o está ocupada en el mal, entonces sólo se interesa en el pasado, está ocupada con el pasado. No está libre del pasado. En tal caso, lo que importa es descubrir de qué modo se halla ocupada la mente. Si de algún modo se halla ocupada, es siempre con el pasado, porque toda nuestra conciencia es el pasado. El pasado no se encuentra sólo en la superficie, sino en el nivel más elevado, y el énfasis puesto en el inconsciente es también el pasado [...].
¿Puede la mente estar libre de la ocupación? Esto significa: ¿Puede la mente permanecer en su totalidad sin estar ocupada, y dejar que la memoria, los pensamientos buenos y malos, pasen sin que opte entre ellos? En el instante en que la mente está ocupada con un pensamiento, bueno o malo, se halla interesada en el pasado [...]. Si usted escucha de verdad, no sólo en el nivel verbal sino realmente, a fondo, verá que hay una estabilidad que no pertenece a la mente, que hay libertad respecto del pasado.
No obstante, jamás es posible desechar el pasado. Hay una observación del pasado a medida que transcurre, pero no una ocupación con el pasado. De ese modo, la mente está libre para observar y no optar. Donde hay opción en este movimiento del río de la memoria, hay ocupación, y tan pronto la mente se halla ocupada, está presa en el pasado; y cuando la mente está ocupada con el pasado, es incapaz de ver algo real, verdadero, nuevo, original, incontaminado.
                                                                     Krishnamurti

martes, 25 de febrero de 2014

Evolución hermana


¿Debemos conocer la embriaguez para conocer la sobriedad? ¿Debemos pasar por el odio, a fin de saber qué es ser compasivo? ¿Deben ustedes sufrir guerras, destruirse a sí mismos y a otros, para saber qué es la paz? Éste es, sin duda, un mudó totalmente falso de pensar, ¿no es así? Primero suponen que hay evolución, desarrollo, un movimiento desde lo malo a lo bueno, y después acomodan su pensar a ese patrón. Es obvio que hay desarrollo físico, la pequeña plantita convirtiéndose en el gran árbol; hay progreso tecnológico, la rueda evolucionando en el curso de los siglos hasta llegar al avión. Pero ¿hay progreso, evolución en lo psicológico? Eso es lo que estamos discutiendo: si es que hay un desarrollo, una evolución del «yo» que empieza con el mal y termina en el bien. Mediante un proceso de evolución, a lo largo del tiempo, ¿puede el «yo», que es el centro del mal, llegar a ser noble, bueno alguna vez? Evidentemente, no. Lo que es malo, el «yo» psicológico, seguirá siendo malo siempre. Pero no queremos enfrentarnos con eso. Creemos que mediante el proceso del tiempo, de crecimiento y cambio, el «yo» se convertirá finalmente en la realidad. Ésta es nuestra esperanza, ése es nuestro anhelo: que el «yo», con el tiempo, llegue a ser perfecto. ¿Qué es este «yo» este ego? Es un nombre, una forma, un manojo de recuerdos, esperanzas, frustraciones, anhelos, pesares, sufrimientos, alegrías transitorias. Queremos que este «yo» continúe y devenga perfecto; por eso, decimos que más allá del «yo» hay un «súper yo», un «yo» más elevado, una entidad espiritual e integral. Pero, puesto que hemos pensado en ella, esa entidad «espiritual» sigue estando dentro del campo del tiempo, ¿no es así? Si podemos pensar en ella, es obvio que se encuentra dentro del campo de nuestro razonamiento.
                                                       Krishnamurti

lunes, 24 de febrero de 2014

La bondad carece de motivo


Si tengo un motivo para ser bueno, ¿origina bondad eso? ¿O la bondad es algo enteramente exento de este impulso deliberado de ser bueno, el cual se basa siempre en un motivo? Lo bueno, ¿es lo opuesto de lo malo, lo opuesto del mal? Todo opuesto contiene la semilla de su propio opuesto, ¿no es así? Existe la codicia y está el ideal de no codicia. Cuando la mente persigue la no codicia, cuando trata de ser no codiciosa, sigue siendo codiciosa, porque trata de ser «algo». La codicia implica desear, adquirir, expandir; y cuando la mente ve que ser codiciosa no rinde provecho, desea ser no codiciosa; de modo que el motivo es aún el mismo, o sea, el de ser o adquirir alguna cosa. Cuando la mente anhela no desear, sigue estando allí la raíz del anhelo, del deseo. En consecuencia, la bondad no es lo opuesto del mal; es un estado por completo diferente. ¿Qué es ese estado?
Obviamente, la bondad carece de motivo, ya que todo motivo se basa en el «yo», que es el movimiento egocéntrico de la mente. ¿Qué entendemos, pues, por bondad? Ciertamente, hay bondad tan sólo cuando hay atención total.La atención es sin motivo. Cuando existe un motivo para la atención, ¿hay atención? Si presto atención para adquirir algo, la adquisición, ya sea buena o mala, no es atención; es una distracción, una división. Puede haber bondad únicamente cuando hay totalidad de atención; en esa atención total no hay esfuerzo para ser o para no ser.
                                                        Krishnamurti

domingo, 23 de febrero de 2014

Justificamos el mal


Es obvio que la crisis actual en todo el mundo es excepcional, sin precedente. Ha habido crisis de diversos tipos en diferentes períodos a lo largo de la historia: crisis sociales, nacionales, políticas. Las crisis vienen y se van; hay recesiones económicas, depresiones, que llegan, se modifican y continúan en una forma distinta. Estamos familiarizados con ese proceso, lo conocemos. No hay duda de que la crisis actual es diferente, ¿verdad? Es diferente, en primer lugar, porque nos las estamos habiendo no con el dinero ni con cosas tangibles, sino con ideas. La crisis es excepcional porque se encuentra en el campo de la ideación. Estamos peleando por ideas, justificamos el asesinato; en todas partes del mundo estamos justificando el asesinato como un medio hacia un fin justo, lo cual es, de sí, inaudito. Antes, se reconocía que el mal era el mal, que el asesinato era asesinato, pero ahora el asesinato es un medio para obtener un resultado noble. El asesinato, ya sea de una sola persona o de un conjunto de personas, se ve justificado, porque el asesino o el grupo que el asesino representa, justifica ese asesinato como el modo de alcanzar un resultado que será beneficioso para el hombre. Es decir, sacrificamos el presente por el futuro, sin importar cuáles serán los medios empleados, en tanto declaremos que nuestro propósito es el de producir un resultado que beneficiará al hombre. De eso se infiere, por lo tanto, que un medio malo producirá un fin bueno, y justificamos los malos medios apelando a la ideación... Contamos con una magnífica estructura de ideas para justificar el mal, y no caben dudas de que eso carece de precedente. El mal es mal; no puede dar origen al bien. La guerra no es un medio para la paz.
                                                  Krishnamurti

Más allá de la dualidad


¿Acaso no es usted consciente del mal? ¿No son obvias las acciones que ejerce, no es abrumador el sufrimiento que ocasiona? Quién ha creado el mal sino cada uno de nosotros? Tal como hemos creado el bien, por pequeño que fuere, así hemos creado el mal, por enorme que sea. El bien y el mal forman parte de nosotros y también son independientes de nosotros. Cuando pensamos y sentimos con estrechez mental, con envidia, odio y codicia, estamos sumando mal al mal, y éste se vuelve contra nosotros y nos desgarra. Este problema conflictivo del bien y el mal nos acompaña siempre, puesto que lo estamos creando. Se ha vuelto parte de nosotros este desear y no desear, amar y odiar, anhelar y renunciar. Estamos creando continuamente esta dualidad que mantiene atrapado el pensamiento-sentimiento. Éste puede ir mucho más allá del bien y de su opuesto sólo cuando comprende su causa: el anhelo. Al comprender el mérito y el demérito, nos liberamos de ambos. Los opuestos no pueden fundirse; deben ser trascendidos mediante la disolución del anhelo. Cada opuesto debe ser examinado, investigado tan extensa y profundamente como sea posible, a través de todas las capas de la conciencia. Por obra de este examen, de esta investigación, se despierta una comprensión nueva que no es producto del anhelo ni del tiempo.
En el mundo existe el mal, al que estamos contribuyendo, tal como contribuimos al bien. El hombre parece unirse más en el odio que en el bien. Un hombre sabio se da cuenta de la causa del mal y el bien, y, comprendiéndola, libera de ella al pensamiento-sentimiento.
                                                                                           Krishnamurti

viernes, 21 de febrero de 2014

El conflicto de los opuestos


Me pregunto si hay tal cosa como el mal. Por favor, preste atención, acompáñeme, investiguemos juntos. Decimos que existen el bien y el mal. Hay envidia y amor, y afirmamos que la envidia es mala y el amor es bueno. ¿Por qué dividimos la vida llamando «bien» a esto y «mal» a aquello, creando de ese modo el conflicto de los opuestos? No es que no haya envidia, odio, brutalidad en la mente y el corazón humanos, ausencia de compasión, de amor, pero ¿por qué dividimos la vida en la cosa llamada «bien» y la cosa llamada «mal»? ¿No existe, en realidad, una sola cosa, que es una mente inatenta? Por cierto, cuando hay atención total, es decir cuando la mente está por completo atenta, alerta, vigilante, no existen cosas tales como el mal o el bien; sólo hay un estado lúcido, despierto. La bondad no es, entonces, una cualidad del ser, no es una virtud; es un estado de amor.
Cuando hay amor, no hay bien ni mal, sólo hay amor. Cuando uno ama verdaderamente a alguien, no piensa en el bien o el mal, todo su ser está lleno de ese amor. Sólo cuando se termina la atención completa, cuando cesa el amor, surge el conflicto entre lo que soy y lo que debería ser. En este caso, aquello que soy es malo, y lo que debería ser es lo que llamo bueno.
... Observe su propia mente y verá que en el instante en que deja de pensar en términos de llegar a ser alguna cosa hay una cesación de la actividad, cesación que no es estancamiento; es un estado de atención total, el cual es bondad.
                                                    Krishnamurti

A mi ahijado y sobrino.

                                             

Hoy es un momento muy especial para todos los que estamos conectados de alguna manera contigo mi querido sobrino y ahijado.
De corazón desearía ahora mismo poder darte un fuerte abrazo,  arroparte, ampararte y protegerte de la misma forma que lo hice cuando eras un bebé, y la verdad es que siento que sí  lo estoy  haciendo.
Voy a contarte algo que quizás ya lo sepas por tu madre,  pero quiero expresarlo con mis palabras como lo siento ahora y desde el corazón.
“No fue coincidencia”
Aunque en esa época la juventud nos envolvía fue,  sin duda alguna,  el momento más importante de nuestras vidas.  Hablo en plural porque tu madre y yo compartíamos ese crecimiento juntas emocionalmente y físicamente.
Creo no equivocarme al decir que no era una espera normal porque a la unión propia   de dos hermanas se sumaba la espera de dos bebes. “No fue coincidencia.”  Ambas emprendíamos el camino más maravilloso que nos regala la naturaleza al ser madres por primera vez.  
Como dije antes no era una espera de mellizos ni gemelos, pero tengo la certeza que tú y tu prima  estaban  conectados por una energía especial,  tanto o  igual de conectadas que estábamos las madres.  La verdad es que ahora mismo creo que ni tú ni ella querían llegar a este mundo solos, y  así fue.  Me refiero a que por  truco o magia de la vida ambos crecían, nacían y se criaban  a la vez.  Nosotras hemos sido muy afortunadas por ello,  porque hemos  compartido emociones, experiencias y aprendizajes.
Ahora comprendo que  los dos estaban unidos por un lazo imposible de  percibir y menos aún de  explicar.
Este lazo aún existe. Si cierras los ojos, sientes y recuerdas verás que el tiempo y la distancia son ideas frente a las emociones y los sentimientos. Ideas del pensamiento, de la razón.  Solo ideas. Pero el corazón siempre tiene más fuerza y poder,  por eso es que nuestras vidas y relaciones  están determinadas más por lo que sentimos (emociones) que por lo que pensamos.
Te hablo así, porque sé que tú eres un ser emocional más que racional y te aplaudo por ello, porque no es fácil caminar por el camino de las emociones sobretodo con  todas las presiones sociales. Desde muy bebé fuiste pura pasión y energía en todo lo que hacías, incluso cuando dabas un beso o un abrazo era con todo tu ser y  con una sonrisa.
Un consejo de tía, madrina y sobre todo de ser a ser, confía siempre en ti, en tus capacidades, en lo que sientes, en lo que intuyes y en tus sueños porque ahí vas a encontrar las respuestas a todas las preguntas que te hagas y lo más importante de todo esto es que esas respuestas van a ser las más certeras.
Conócete, reconócete, entiéndete y acéptate a ti.
 La voz de tu alma se conecta con la voz del alma de la gente. Tu sensibilidad es tu carta de presentación. En tus ojos se reflejan tus emociones y tu alma.
Tengo muy presente el día en que haciendo un vídeo contigo y tu prima en la cuna te reías y tu prima te acariciaba,  creo que  tenían  seis meses o menos quizás. Podría decir, ahora,  que esa imagen los estaba describiendo.  La energía que trasmites con tu sonrisa es única  y maravillosa, es como  una puerta abierta con un gran cartel de Bienvenidos!.

Muy feliz Cumpleaños Alejo. Te Amo.
                                                                                         Tu Tía Pato.

                                   Adriana Paola Boldrini Camponovo

jueves, 20 de febrero de 2014

Actuar sin la idea es el camino del amor


El pensamiento debe estar siempre limitado por el pensador, quien se halla condicionado; se halla condicionado siempre, jamás es libre. Cuando surge el pensamiento, de inmediato sigue la idea. La idea, a fin de poder actuar, está forzada a crear más confusión. Sabiendo todo esto, ¿es posible actuar sin la idea? Sí, ése es el camino del amor. El amor no es una idea, no es una sensación, no es un recuerdo; el amor no es un sentimiento de postergación, un recurso autoprotector.
Sólo podemos conocer el camino del amor cuando comprendemos todo el proceso de la idea. ¿Es posible, entonces, abandonar todos los otros caminos y conocer el camino del amor, que es la única salvación? Ningún otro camino, político o religioso, resolverá el problema. Esto no es una teoría que usted deba considerar y adoptar en su vida; tiene que ser algo real.
... Cuando uno ama, ¿existe la idea? No acepte esto; simplemente mírelo, examínelo, investíguelo a fondo. Hemos probado todos los otros caminos, y en ellos no hay respuesta para nuestra desdicha. Los políticos pueden prometer esa respuesta; las así llamadas organizaciones religiosas pueden prometer la felicidad futura; pero esa felicidad no la tenemos ahora, y el futuro tiene relativamente poca importancia cuando estoy hambriento. Hemos ensayado todos los otros caminos; pero el camino del amor sólo podemos conocerlo si conocemos el camino de la idea y abandonamos la idea, lo cual implica actuar.
                                                   Krishnamurti

                                                                           

miércoles, 19 de febrero de 2014

Una acción sin ideación alguna


La idea es el resultado del proceso del pensamiento, el proceso del pensamiento es la respuesta de la memoria, y la memoria está siempre condicionada. La memoria, que se halla permanentemente en el pasado, es reavivada en el presente por medio de un reto. La memoria no tiene vida en sí misma cobra vida en el presente cuando debe enfrentarse a un reto. Y toda la memoria, latente o activa, está condicionada, ¿no es así? En consecuencia, tiene que haber un enfoque por completo diferente. Usted tiene que descubrir por sí mismo, internamente, si está actuando basado en una idea, y si puede haber una acción sin ideación alguna.

                                                               Krishnamurti

martes, 18 de febrero de 2014

La ideología obstaculiza la acción


El mundo está siempre próximo a una catástrofe. Pero ahora parece estar más próximo. Al ver esta catástrofe que se acerca, la mayoría de nosotros busca refugiarse en una idea. Pensamos que esta catástrofe, esta crisis, puede ser resuelta por una ideología. La ideología es siempre un impedimento para la relación directa, lo cual obstaculiza la acción. Queremos paz sólo como una idea, no como un hecho. Deseamos la paz en el nivel verbal, o sea, solamente en el nivel del pensar, aunque lo llamemos orgullosamente el nivel intelectual. Pero la palabra paz no es la paz. Sólo podrá haber paz cuando cese la confusión que generan unos y otros. Estamos apegados al mundo de las ideas y no a la paz. Vamos en busca de nuevos modelos sociales y políticos y no en busca de la paz. Nos ocupamos de conciliar los efectos y no de desechar la causa de la guerra. Esta búsqueda traerá sólo respuestas condicionadas por el pasado. Estas respuestas condicionadas son lo que llamamos conocimiento, experiencia; y los nuevos hechos cambiantes son traducidos, interpretados de acuerdo con este conocimiento. De modo que hay conflicto entre lo que es y la experiencia que ha sido. El pasado, que es conocimiento, debe estar siempre en conflicto con el hecho, el cual se halla siempre en el presente. Así pues, esta búsqueda no resolverá el problema sino que perpetuará las condiciones que han creado el problema.

                                                                Krishnamurti

lunes, 17 de febrero de 2014

Las ideas, ¿limitan la acción?


¿Pueden alguna vez las ideas dar origen a la acción, o las ideas tan sólo moldean el pensamiento y, por ende, limitan la acción? Cuando la acción es impuesta por una idea, la acción jamás puede liberar al hombre. Es extraordinariamente importante para nosotros comprender este punto. Si una idea formula la acción, entonces la acción jamás puede traer consigo la solución de nuestras desdichas, ya que, antes de que esa acción pueda ponerse en movimiento, primero tenemos que descubrir cómo surge la idea.

                                                                        Krishnamurti

Acción sin el proceso del pensamiento


¿Qué entendemos por idea? Ciertamente, la idea es el proceso del pensamiento. ¿No es así? Es un proceso de la mente, del pensar; y el pensar es siempre una reacción, ya sea de lo consciente o de lo inconsciente. El pensar es un proceso de verbalización, la cual es un resultado de la memoria; el pensar es un proceso del tiempo. De este modo, que, cuando la acción está basada en el proceso del pensar, tal acción debe estar, inevitablemente, condicionada, aislada: la idea debe oponerse a la idea, la idea debe ser dominada por la idea. Hay un intervalo, entonces, entre la acción y la idea, estamos tratando de descubrir si es posible una acción sin la idea. Vemos cómo la idea separa a las personas. Como ya lo he explicado, el conocimiento y la creencia son, esencialmente, cualidades separativas. Las creencias jamás unen a la gente, siempre la separan; cuando la acción se basa en una creencia o en una idea o en un ideal, tal acción debe, por fuerza, estar aislada, fragmentada. ¿Es posible actuar sin el proceso del pensamiento, siendo el pensamiento un proceso del tiempo, un proceso de cálculo, de autoprotección, de creencia, rechazo, condena, justificación? Por cierto, a usted debe habérsele ocurrido, igual que a mí, preguntarse si la acción es de algún modo posible sin la idea.
                                            Krishnamurti

domingo, 16 de febrero de 2014

Observación directa


¿Por qué las ideas arraigan en nuestras mentes? ¿Por qué no se vuelven sumamente importantes los hechos, no las ideas? ¿Por qué llegan a ser tan significativas las teorías, los conceptos, y no el hecho? ¿Es, acaso, porque no podemos comprender el hecho, porque nos falta la capacidad de enfrentarnos a él, o porque nos atemoriza hacerlo? Así pues, las ideas, las especulaciones, las teorías, son recursos para escapar del hecho...
Uno puede huir, puede hacer toda clase de cosas, los hechos están ahí: el hecho de que uno es irascible, el hecho de que es ambicioso, el hecho de que es sensual, muchísimas cosas. Podrá reprimir los hechos, transmutarlos -que es otra forma de represión-, controlarlos, pero todos esos hechos fueron reprimidos, controlados, disciplinados con ideas [...]. ¿No desperdician nuestra energía las ideas? No embotan la mente? Uno podrá ser hábil en especulaciones mentales, en citas, pero la mente que apela a las citas es una mente embotada; ha leído muchísimo y cita.
... Uno elimina de un solo golpe el conflicto de lo opuesto, si vive con el hecho y, por lo tanto, libera la energía para enfrentarse al hecho. Para la mayoría de nosotros, la contradicción es un campo extraordinario en el que la mente queda atrapada. Quiero hacer esto, y hago algo por completo diferente; pero si me enfrento al hecho de querer hacer esto, no hay contradicción alguna; en consecuencia, de un solo golpe he abolido íntegramente todo sentido de lo opuesto, y mi mente está entonces interesada por completo en lo que es y en la comprensión de lo que es.
                                                             Krishnamurti

viernes, 14 de febrero de 2014

Los ojos y el sentir del alma.




 “Amae”
Una  palabra de origen Japonés que  leí hace unos meses y  resonó tanto en mí que la capté porque resume  lo que deseo escribir y explicar.
Amae significa: sé lo que sientes sin que me lo digas, sé lo que necesitas sin que me lo pidas. Es una conexión alma con alma.
Es el corazón más intuitivo el que rige mis emociones y así entonces  son mis acciones.
 Desde el ver  no físicamente percibido, desde la mirada más sentida del alma, podría llegar a decir que todo este tornado de intuiciones, emociones y sentidos  no tienen espacio ni tiempo.
Nuestro cuerpo siempre tiene una respuesta a todas las emociones percibidas,  en algún lugar específico, según la emoción sentida o el sentido implicado.
 Pero en este caso aseguraría que la esencia de Amae es ver, percibir, sentir, intuir y vibrar  con cada partícula del cuerpo y del ser.
¿Cómo se ve, se  siente y percibe  cuando  no existen las creencias, cuando el ser es libremente?
Con los ojos llenos de ilusión e  infinitamente plenos. Con ese” ver” que viene del más profundo ser original, libre de toda creencia y pensamiento. A ese” ver” sin ojos  me dirijo.
En algún momento de nuestras vidas, estoy segura, hemos podido experimentar este tipo de sensación-emoción. Le llamo así, aunque no tiene que ver con los cinco sentidos únicamente,  ni tampoco con una emoción específica. Creo que es una de las uniones más majestuosas de la naturaleza humana. La fusión de los sentidos sin sentido y las emociones sin explicación. Aquello que explicar no puedo y muchas veces, no quiero. Aquello que es único y tan precioso que  un  silencio sonriente es su guardián.
En varios momentos  disfruté de experimentar esta sensación de Amae, lo curioso es que son milésimas de segundo en las que realmente es el alma en esencia  la que está por delante, ya que poco tarda la razón en hacerse presente con sus opiniones, creencias y dogmas. Si pudiéramos mantener ese instante, siempre que elijamos hacerlo, sería realmente maravilloso.
 La certeza y el amor sería la energía predominante por excelencia.
¿Es realmente posible mantenernos, las personas  de esta dimensión con” los pies sobre la tierra”  con una vida de supervivencia, en  un constante estado de amae? O el reto, por poner una palabra, es aprender a vivir y fluir  en las aguas calmas y bravías.
 Me refiero que quizás  esa búsqueda constante del ser humano que es el equilibrio absoluto, la maestría en la gestión de las emociones, la paz y satisfacción constante y perdurable en el tiempo; nos lleve toda la vida a tal punto que se nos vaya la vida en esa búsqueda. No quiero decir con esto que sea entonces una vida perdida y que haya que descartar en su totalidad esa posibilidad.  Quiero decir que el reto quizás sea que no hay reto alguno. Con que la cuestión sería  permitirnos  fluir  sin esfuerzo,  sin búsqueda. Esto último se manifiesta en ese momento de conexión.
Es fabuloso ese instante y el logro de ello es aún más. Sin importar el tiempo en el que permanezcamos en él.
Solo hace falta prestar mucha atención a lo percibido  en ese instante, más allá de que sean solo unos muy pocos segundos, porque ahí está la certeza y la verdad de lo que es. Lo que viene luego no es real es el producto de nuestras ideas, creencias y dogmas.

     Adriana Paola Boldrini Camponovo. 

jueves, 13 de febrero de 2014

La creencia impide la verdadera comprensión


Si no tuviéramos ninguna creencia, ¿qué nos sucedería? ¿No estaríamos muy asustados de lo que podría pasar? Si no tuviéramos un modelo de acción basado en una creencia -ya sea en Dios, en el comunismo, en el socialismo en el imperialismo, o en alguna fórmula religiosa, en algún dogma al cual estamos condicionados-, nos sentiríamos totalmente perdidos, ¿no es así? Y esta aceptación de una creencia, ¿no es un modo de disimular ese miedo, el miedo de ser realmente nada, el miedo al vacío? Después de todo, una copa es útil cuando está vacía; y una mente llena de creencias, dogmas, afirmaciones, citas, es de hecho una mente que carece de creatividad; es una mente tan sólo repetitiva. El escapar de ese miedo, miedo al vacío, a la soledad, al estancamiento, miedo de no alcanzar la meta, de no triunfar, de no obtener lo que queremos, de no ser o de no llegar a ser esto o aquello, es seguramente una de las razones por las que aceptamos tan ansiosa y ávidamente las creencias, ¿verdad? Ahora bien, mediante la aceptación de una creencia, ¿nos comprendemos a nosotros mismos? Todo lo contrario. Una creencia, religiosa o política, impide que nos comprendamos a nosotros mismos. Actúa como una pantalla a través de la cual nos miramos. ¿Podemos, pues, mirarnos sin las creencias?
Si eliminamos estas creencias, las numerosas creencias que tenemos, ¿nos queda algo para mirar? Si no tenemos creencias con las que la mente se haya identificado, entonces la mente, sin identificación alguna, es capaz de mirarse y verse tal como es; eso constituye, por cierto, el principio de la comprensión de uno mismo.
                                        Krishnamurti

miércoles, 12 de febrero de 2014

Enfrentarse a la vida de un modo nuevo


Según me parece, una de las cosas que la mayoría de nosotros acepta ansiosamente y da por sentada es la cuestión de las creencias. No estoy atacando las creencias. Lo que tratamos de hacer es averiguar por qué las aceptamos. Y si pudiéramos entender los motivos, las causas de la aceptación, quizá seríamos capaces no sólo de comprenderlas, sino también de liberarnos de ellas. Uno puede ver cómo las creencias políticas, religiosas, nacionales, y otros tipos diversos de creencias, separan de hecho a los seres humanos, generan conflicto, confusión y antagonismo, lo cual es obvio; sin embargo, no estamos dispuestos a abandonarlas. Está la creencia hindú, la creencia budista, la cristiana... innumerables creencias sectarias y nacionales, diversas ideologías políticas, todas rivalizando entre sí, tratando cada una de convertir a las otras. Es evidente, todos podemos verlo, que la creencia separa a las personas y crea intolerancia. ¿Es posible vivir sin creencias? Eso podemos descubrirlo sólo si somos capaces de estudiarnos a nosotros mismos en relación con una creencia. ¿Es, entonces, posible vivir en este mundo y no tener creencia alguna? No cambiar de creencias, no sustituir una creencia por otra, sino estar enteramente libres de todas las creencias, a fin de que nos enfrentemos a la vida de un modo nuevo a cada instante. Esto, después de todo, es la verdad: ser capaces de afrontarlo todo de una manera nueva, afrontarlo de instante en instante sin la reacción condicionadora del pasado, de modo tal que no exista el efecto acumulativo que actúa como una barrera entre uno mismo y lo que es.
                                                                      Krishnamurti

martes, 11 de febrero de 2014

La pantalla de la creencia


Usted cree en Dios y otro no cree en Dios, de modo que las creencias de ustedes los separan. En todo el mundo la creencia está organizada como hinduismo, budismo o cristianismo, así divide a los hombres. Estamos confundidos, y pensamos que mediante la creencia aclararemos la confusión; es decir, la creencia se superpone a la confusión y esperamos que, con eso, la confusión se despejará. Pero la creencia no es sino un modo de escapar del hecho de la confusión no nos ayuda a aprontar y comprender el hecho, sino a escapar de la contusión en que nos
encontramos. Para comprender la contusión, no es necesaria la creencia; ésta sólo actúa como una pantalla entre nosotros y nuestros problemas. Por eso la religión, que es una creencia organizada, se convierte en un medio para escapar de lo que es, del hecho de la confusión. El hombre que cree en Dios, el que cree en el más allá, o aquel que tiene alguna otra forma de creencia, está escapando de un hecho: el hecho de lo que él es. ¿Acaso no conocemos a esas personas que creen en Dios, que practican puja, que repiten ciertos cantos y ciertas palabras, y que en su vida cotidiana son dominadoras, crueles, ambiciosas, tramposas, deshonestas? ¿Encontrarán ellas a Dios? Están verdaderamente buscando a Dios? ¿Puede encontrarse a Dios mediante la repetición de palabras, mediante la creencia? Sin embargo, tales personas creen en Dios, adoran a Dios, van al templo todos los días, lo hacen todo para eludir el hecho de lo que son; y a esas personas las consideramos respetables, porque esas personas somos nosotros mismos.

                                                                         Krishnamurti

lunes, 10 de febrero de 2014

Más allá de la creencia


Nos damos cuenta de que la vida es desagradable, dolorosa, triste; deseamos alguna clase de teoría, alguna clase de especulación o satisfacción, alguna clase de doctrina que explique todo esto, y así quedamos atrapados en explicaciones, palabras, teorías, y gradualmente las creencias echan raíces muy profundas y se vuelven inconmovibles, porque detrás de esas creencias, de esos dogmas, está el miedo constante a lo desconocido. Pero jamás miramos ese miedo; le volvemos la espalda. Cuanto más fuertes son las creencias, más fuertes los dogmas. Y cuando examinamos estas creencias: la cristiana, la hindú, la budista, etcétera, encontramos que dividen a la gente. Cada dogma, cada creencia tiene una serie de rituales, de compulsiones que atan y separan a los seres humanos. De modo que empezamos una indagación para averiguar qué es lo verdadero, cuál es el significado de esta desdicha, de esta lucha, de este dolor; y pronto quedamos atrapados en creencias, rituales, teorías.
La creencia es corrupción, porque detrás de la creencia y la moralidad se esconde la mente, el «yo» -el «yo» que se vuelve cada vez más grande, poderoso y fuerte-. Consideramos que la creencia en Dios, la creencia en algo, es religión. Pensamos que creer es ser religioso. ¿Comprende? Si no creemos, se nos considerará ateos, seremos condenados por la sociedad. Una sociedad condenará a los que creen en Dios, y otra sociedad condenará a los que no creen. Ambas son la misma cosa. Así pues, la religión se vuelve una cuestión de creencia; y la creencia actúa y ejerce su influencia sobre la mente. De ese modo la mente jamás puede ser libre. Pero sólo en libertad podemos descubrir qué es lo verdadero, qué es Dios; no podemos hacerlo mediante ninguna creencia, porque nuestra creencia misma proyecta lo que pensamos que debe ser Dios, lo que pensamos que debe ser la verdad.

                                                                Krishnamurti

domingo, 9 de febrero de 2014

La mente Agitada por la creencia


La religión de ustedes, su creencia en Dios, es un modo de escapar de la realidad; por lo tanto, no es religión en absoluto. El hombre rico que acumula dinero a base de crueldad, de falsedad, de astuta explotación, cree en Dios; y ustedes también creen en Dios, también son astutos, envidiosos, crueles, suspicaces. ¿Es posible encontrar a Dios por medio de la falsedad, del engaño, de los arteros trucos de la mente? El hecho de que uno coleccione todos los libros sagrados y los diversos símbolos de Dios, ¿indica que es una persona religiosa? De modo que la religión no es un escape respecto de los hechos; religión es comprender el hecho de lo que somos en nuestra existencia cotidiana: la manera como hablamos, la clase de conversaciones que sostenemos, el modo como nos dirigimos a nuestros sirvientes, como tratamos a nuestra esposa, a nuestros hijos y vecinos En tanto no comprendamos la relación con nuestro prójimo, con la sociedad, con nuestra esposa y nuestros hijos, tiene que haber confusión; y la mente confundida, haga lo que hiciere, sólo creará más confusión, más problemas y conflictos. Una mente que escapa de lo factual, de los hechos de la relación, jamás encontrará a Dios; una mente agitada por la creencia no conocerá la verdad. Pero la mente que comprende su relación con la propiedad, con la gente, con las ideas, que ya no lucha más con los problemas que genera la relación, una mente para la que la solución no es el retiro, sino la comprensión del amor, sólo una mente así puede comprender la realidad.
                                                         Krishnamurti

En qué creemos


¿No brinda entusiasmo la creencia? ¿Puede el entusiasmo sostenerse sin una creencia? Y ¿es siquiera necesario el entusiasmo, o lo que se requiere es una clase diferente de energía, de vitalidad, un impulso diferente? La mayoría de nosotros siente entusiasmo por una cosa u otra. Somos muy vehementes, muy entusiastas con respecto a conciertos, a la ejercitación física, o cuando vamos a un «picnic». A menos que sea alimentado todo el tiempo por una cosa u otra, el entusiasmo se desvanece y tenemos un entusiasmo nuevo por otras cosas. ¿Existe una fuerza, una energía que se sostenga por sí misma, que no dependa de creencia alguna?
La otra pregunta es: ¿Necesitamos, acaso, una creencia, de cualquier clase que sea? Si así fuera, ¿por qué es necesaria? Ése es uno de los problemas involucrados. No necesitamos «creer» que existe la puesta del sol, que existen las montañas, los ríos. No necesitamos «creer» que reñimos con nuestras esposas. No necesitamos «creer» que la vida es una desdicha terrible con su angustia, su conflicto y su constante ambición; eso es un hecho. Pero necesitamos una creencia cuando queremos escapar de un hecho hacia una irrealidad.
                                                          Krishnamurti

viernes, 7 de febrero de 2014

Escúchese a sí mismo


INTERLOCUTOR: Mientras estoy aquí, escuchándolo, me parece que comprendo, pero cuando me encuentro lejos de aquí, no comprendo, aunque trate de aplicar lo que usted ha estado diciendo.
KRISHNAMURTI: ... Usted tiene que escucharse a sí mismo y no al que le habla. Si escucha al que le habla, él se vuelve su líder, su método para comprender, lo cual es un horror, una abominación, ya que así ha establecido la jerarquía de la autoridad. Por lo tanto, lo que usted hace aquí es escucharse a sí mismo. Está mirando el cuadro que pinta el que le habla; ése es su propio cuadro, no el de él. Si eso está bien claro, que usted se está mirando a sí mismo, entonces puede que diga: «Bien, me veo tal como soy, y no quiero hacer nada al respecto», y ahí se termina la cosa. Pero si dice: «Me veo tal como soy, y tiene que haber un cambio», entonces comienza a elaborar su propia comprensión, lo cual es por completo diferente de aplicar lo que dice el que le habla [...]. Si, en cambio, mientras uno está hablando usted se escucha a sí mismo, gracias a ese escuchar hay claridad, hay sensibilidad; ese escuchar hace que la mente se sane, se fortalezca. Sin obedecer ni resistir, se torna despierta, intensa. Únicamente un ser humano así puede dar origen a una nueva generación, a un mundo nuevo.
                                                                Krishnamurti


jueves, 6 de febrero de 2014

A mi Madre





A mi Madre:

Está  en mi corazón  todos los días.

Podría decir con total acierto que estábamos muy  felices, que podíamos dar gracias de lo que teníamos a todos los niveles. No  sobraba  pero tampoco faltaba. Digamos, que para esa época,  éramos una familia de clase media con su casa, las dos niñas, la madre ama de casa; el padre con su trabajo, el perro jajajjajjjajajja, parece que hablara de las típicas familias que salen en las películas.
Las reuniones  con todo el clan familiar, por cierto fabulosas y muy divertidas, por lo menos para mí,  todos los domingos por la tarde, en las navidades y  en  los cumpleaños claro, eran un pacto o contrato de corazón. En síntesis una gran familia bastante unida. Que recuerdos tan bonitos tengo de esas épocas!. Conservo las imágenes clarísimas de las sonrisas de cada uno de los integrantes de la familia que acudíamos a esas reuniones. El olor del café batido con el azúcar, los jazmines y rosas de la casa de mi abuela que te acompañaban por el camino de entrada a su casa. Era desde luego el recibimiento más maravilloso que se puede tener. Un camino de flores perfumadas. Yo creo que si alguien entraba  con mala cara o mal humor, en casa de mi abuela,  al pasar por ese camino algo de ese aroma y color se le impregnaba, lo envolvía   cambiándole el  humor sin darse ni cuenta.
 Es muy curioso que estos sean los recuerdos que tengo más presentes.
Imposible pasar sin detenerse un instante en oler y ver los rosales y jazmines. Se detenía el tiempo. Inspiraba vida cada vez que sentía ese olor, y lo más fabuloso es que aún conservo el  recuerdo de ese aroma  que  me provoca la misma emoción y sensación.
Cuan vivas se tienen  todas las cosas que se viven plenamente de pequeños.
Las decisiones y elecciones convirtieron a esta familia de cuatro en  una familia de tres.
Ahora mismo, como en otros tantos momentos, vuelvo a hacer un repaso de esos años, lo que recuerdo claro, y ya no había tantas sonrisas, ya no recuerdo tantas alegrías. Ojo si las había pero  casualmente no las tengo tan presente como en los años anteriores.
El ser tres cambió a mi Madre,  así también  a las hijas. Esto es así.
 Desde ese momento sentí, intuí,  que mi madre inició  un camino de  devastación y desolación muy suyo, muy interno  que la alejó del ser protagonista,  en este gran  escenario, que es vivir.
 A veces son tantos los conceptos y palabras mezcladas con emociones que tengo al mismo tiempo que expresar una situación tan sentida de forma intuitiva  con unas pocas frases  es  complicado.
Así fue entonces que en un proceso muy lento, silencioso y solitario con el pasar de los años su tristeza  tan profunda  sumado a la  ausencia de ayuda, el desconocimiento de  cómo  ayudar a alguien  que no quería seguir sufriendo, pero que no era consciente de ello y no sabía cómo expresarlo. No le enseñaron a expresar las emociones  y menos aún a conocerlas. Ella con su dolor, con esa opresión en el pecho, con esa tristeza tan profunda no supo qué hacer, más que dejarlas ser en ella y permitirles así alimentarse  de su energía vital.
Ese dolor la inundó, recorrió cada rincón de su alma y cuerpo, como una poción que entra muy lentamente y va mimando  cada célula y órgano que toca. Poco a poco el rojo se volvió negro. Lo peor de esto es que aquella invasión  no  era externa.  Ahora sé que él más dañino de los venenos es el que crea nuestro corazón, nuestra mente. Ese es muy difícil de combatir. Te comió la vida mamá.
 Ese dolor tan grande, esa confianza rota, ese compromiso quebrado te fue apresando y presionando el corazón poco a poco.
 Ella regalaba  una gran cantidad de  consejos,  caricias, abrazos, amor y confianza infinita. Me detengo en  esta última, “Confianza”,  cuanta depositaba en todos!  y que bien nos hacía sentir eso!   La “confianza” su  gran virtud y su desdicha.
Nos unimos, o por lo menos yo me sentí más unida a mí madre, quizás por  la situación de sentirnos solas las tres mujeres, y aprendimos a resolver los conflictos internos y externos a tal punto que aprendimos a arreglar enchufes, luces y todas las pequeñas reparaciones que necesita una casa. Jajajjajajja. Entre ellos una sorpresiva diabetes que comenzó a debilitarla físicamente. Más azúcar en la sangre. Tu cuerpo, sabio, necesitaba endulzar  de alguna manera ese sabor tan amargo del sufrimiento. Ahora sé lo que esto significa mamá.
Esto continuó con problemas cardíacos. Su corazón lloró lo que sus ojos no fueron capaces de llorar y lo que su boca no supo expresar.
Era la mujer con más sensibilidad y entereza  que yo conocía. Pero el temor agota y pudo más.
Curiosamente hace dos días veo en una red social este comentario sobre la relación de los órganos, las emociones y las enfermedades.
ÓRGANOS INTERNOS: Corazón Tiene que ver con el amor, y el daño ocasionado al corazón siempre es por la pérdida, cuando uno resquebraja la confianza de una persona en uno, y eso nos conduce al temor, más pérdidas y también a la posesividad, a los celos, egoísmo, todo eso es el daño y el corazón está roto.
Por eso expresar siempre las emociones, llorar, gritar, patalear, bailar, cantar, reír, saltar, correr. Expresar!. Con el cuerpo, con las palabras. 
Amé, Amo y amaré a mi madre. Perfectamente madre.
                                                                                              Gracias!

                                            Adriana Paola Boldrini  Camponovo

miércoles, 5 de febrero de 2014

¿Qué es el «yo»?


La búsqueda de poder, de posición, la autoridad, la ambición y demás, son formas del «yo» en todas sus diferentes expresiones. Pero lo que importa es comprender el «yo», y estoy seguro de que todos estamos convencidos de eso. Si me permiten agregar algo aquí, seamos serios con respecto a esta cuestión; si ustedes y quien les habla, como individuos, no como un grupo de personas que pertenecen a clases sociales, a ciertas sociedades, a determinadas divisiones climáticas, podemos comprender esto y actuar sobre ello, yo siento que habrá una verdadera revolución. Tan pronto eso se vuelve universal y se organiza mejor, el «yo» se refugia ahí; mientras que si ustedes y yo, como individuos, podemos amar, podemos llevar a cabo esto de manera efectiva en nuestra vida cotidiana, entonces surgirá a la existencia esa revolución que es tan fundamental [...].
¿Saben ustedes qué entiendo por el «yo»? Entiendo por el «yo» la idea, el recuerdo, la conclusión, la experiencia, las diversas formas de las intenciones, tanto las que se pueden nombrar como las innombrables, el esfuerzo consciente de ser o de no ser esto o aquello, la memoria acumulada del inconsciente: lo racial, el grupo, el individuo, el clan, y la totalidad de ello, ya sea proyectado exteriormente en la acción o proyectado espiritualmente como virtud; el esforzarse tras todo esto es el «yo». Ello incluye la competencia, el deseo de ser. Ese proceso íntegro es el «yo»; y cuando nos enfrentamos con él, sabemos realmente que es algo maligno. Uso la palabra maligno intencionalmente, porque el «yo» es divisivo; el «yo» lo encierra a uno en sí mismo; sus actividades, por nobles que sean, separan y aíslan. Sabemos todo esto. También sabemos cuán extraordinarios son los momentos en que el «yo» se halla ausente, en que no hay sentido alguno de esfuerzo; ello ocurre cuando hay amor.
                                                 Krishnamurti

martes, 4 de febrero de 2014

Los precursores del estado de ánimo


Mientras me hallaba de visita en otro estado, recuerdo haberme quedado gratamente sorprendido por el tono amable de la voz grabada que me informó de que El número marcado no existe . Aunque parezca mentira, me sorprendió mucho la cordialidad que acompañaba a ese anodino mensaje. Estaba acostumbrado a muchos años de irritación acumulada con la voz informatizada que suele emplear mi compañía telefónica regional como si, por alguna razón, los técnicos que habían programado el irritante y autoritario mensaje de mi compañía habitual, hubieran decidido castigar a quien marcaba un número equivocado. Ese aborrecible mensaje evocaba en mi mente la imagen de una operadora presuntuosa e
impertinente que me ponía de inmediato, aunque sólo fuera por un instante, de
mal humor. El impacto emocional que poseen indicios tan sutiles puede ser muy importante. Consideren, por ejemplo, el inteligente experimento realizado en este sentido con estudiantes voluntarios de la Universidad de Wurzburg (Alemania) que presentamos a continuación. Los sujetos debían escuchar una voz grabada leyendo un párrafo muy árido, una traducción alemana del Tratado de la naturaleza humana, del filósofo británico David Hume. La cinta venía en dos versiones diferentes, ligeramente alegre y ligeramente triste, pero la diferencia era tan sutil que nadie la advertía a menos que se lo indicaran expresamente. La investigación demostró que los estudiantes, sordos como estaban al tono de los sentimientos, salían de la prueba un poco más alegres o un poco más tristes que antes de pasar por ella ignorando, sin embargo, que su estado de ánimo había cambiado y sin saber tampoco, por tanto, lo que había provocado
ese cambio. El cambio seguía presente aun cuando los estudiantes se vieran obligados, mientras escuchaban, a realizar una tarea distractiva, como rellenar los agujeros de un tablero de madera. Esta distracción provocaba un ruido en la vía superior que, si bien obstaculizaba la comprensión intelectual del pasaje
filosófico, no impidió ni un ápice el contagio de estado de ánimo. Según dicen los psicólogos, una de las diferencias existentes entre los estados de ánimo y las emociones más burdas es la inefabilidad de sus causas. Es por ello que, si bien solemos saber lo que ha provocado una determinada emoción, no es infrecuente que nos hallemos en un estado de ánimo sin saber lo que nos ha llevado hasta él. En este sentido, el experimento de Wurzburg pone de relieve que nuestro mundo debe estar lleno de desencadenantes del estado de ánimo desde la música ambiental de un ascensor hasta un tono de voz desagradable de los que somos completamente inconscientes. Consideremos ahora, por ejemplo, las expresiones que vemos en el rostro de los demás. Como han descubierto un equipo de investigación sueco, la mera contemplación de la imagen de un rostro feliz elicita en quien la ve la respuesta fugaz de tensar los músculos que esbozan la sonrisa. De hecho, la fotografía de alguien cuyo rostro expresa una emoción intensa, como la tristeza, el
disgusto o la alegría, desencadena en nuestro rostro la respuesta refleja de imitar la expresión que acabamos de ver. Este reflejo de imitación favorece una especie de puente intercerebral que nos expone a las influencias emocionales más sutiles de quienes nos rodean. En este sentido, las personas más sensibles se contagian con más facilidad que la mayoría mientras que las más insensibles, por su parte, pueden salir incólumes aun del más nocivo de los encuentros. Pero lo cierto es que, en ambos casos, la
transacción ocurre sin que nosotros la advirtamos. Imitamos la alegría de un rostro sonriente tensando los músculos faciales que esbozan la sonrisa, aun sin ser conscientes de ello. Tal vez esa leve sonrisa
pase inadvertida al ojo desnudo, pero la monitorización científica de la musculatura facial pone claramente de relieve la presencia de ese reflejo emocional. Es como si, en este sentido, nuestro rostro se preparase para
expresar la emoción completa. Este mimetismo tiene algunas consecuencias biológicas, porque nuestra
expresión facial desencadena los sentimientos que exhibimos. Basta, en este sentido, con tensar deliberadamente los músculos faciales del modo adecuado para provocar la emergencia de una determinada emoción. Así, por ejemplo, el hecho de colocar un lápiz entre los dientes nos obliga a esbozar una sonrisa que acaba evocando el correspondiente sentimiento positivo.
Edgar Allan Poe tuvo una comprensión intuitiva de este principio cuando dijo: «Cuando quiero saber lo bondadosa o malvada que es una persona o qué es lo que está pensando reproduzco en mi rostro, lo más exactamente que puedo, su expresión y luego aguardo hasta ver cuáles son los pensamientos o sentimientos que aparecen en mi mente o en mi corazón que equivalen o se corresponden con esa expresión».
                                             
                                                                            Inteligencia Social. Goleman Daniel

El devenir es lucha


La vida tal como la conocemos, nuestra vida cotidiana, es un proceso de devenir, de llegar a ser. Soy pobre y actúo con un objetivo en perspectiva, el cual es llegar a ser rico. Soy feo y quiero volverme atractivo. Por lo tanto, mi vida es un proceso de llegar a ser alguna cosa. La voluntad de ser es la voluntad de devenir, en diferentes niveles de conciencia, en diferentes estados; en ello hay reto, respuesta, hay un nombrar, un registrar. Ahora bien, este devenir es lucha, es dolor, ¿verdad? Es un esfuerzo constante: soy esto, y quiero llegar a ser aquello.

                                                                    Krishnamurti

domingo, 2 de febrero de 2014

La locura de las masas


Los hooligans son las bandas de fanáticos del fútbol responsables de las batallas campales que de vez en cuando sacuden los estadios europeos. Pero, independientemente del país en el que ocurran, la fórmula que genera este tipo de episodios es siempre la misma.
La cosa comienza cuando una pequeña panda de forofos llega al lugar del encuentro con varias horas de antelación y empieza a beber hasta emborracharse, alborotando y cantando las canciones de su club. En la medida en que la multitud va congregándose, el grupo se sume en ella ondeando la bandera de su equipo, con cánticos y gritos en contra del equipo rival que acaban propagándose a toda la masa. Algunos de los forofos se entremezclan entonces con los seguidores del otro equipo y la agresividad va en aumento,
hasta que uno de ellos ataca a un fan del equipo rival, desencadenando un incidente que acaba generalizándose.
La fórmula del histerismo colectivo violento es la misma desde comienzos de los ochenta, con consecuencias ocasionalmente trágicas. La multitud beligerante y ebria establece las condiciones idóneas para desencadenar un estallido de violencia, porque el alcohol desinhibe el control neuronal de los impulsos y, cuando se dispara el primer ataque, el contagio se ocupa del resto.
En su ensayo Masa y poder, Elias Canetti señala que lo que convierte a un conjunto de individuos en una masa es su sometimiento a una pasión compartida, una emoción que se contagia y acaba conduciendo a una acción colectiva. Y esta rápida generalización de los estados de ánimo tiene lugar gracias a la sincronización fisiológica de sus subsistemas biológicos.
Es muy probable que la velocidad de transmisión de los cambios de conducta de una masa se originen en la coordinación de las neuronas espejo y que la rapidez del proceso de toma de decisiones dependa del tiempo que necesiten las neuronas espejo para transmitir la sincronía de persona a persona (aunque ésta, por el momento, no deje de ser más que una mera conjetura).
Este contagio grupal puede advertirse, de manera más reposada, en cualquier interpretación en la que los actores o los músicos generan un efecto de campo jugando con las emociones del público como si fueran instrumentos. En este sentido, las obras de teatro, los conciertos y el cine nos permiten acceder a un entorno emocional compartido con muchos desconocidos. Como suelen decir los psicólogos, resonar positivamente con los demás es intrínsecamente reforzador y hace que todo el mundo se sienta bien.
El contagio grupal tiene lugar aun en el más pequeño de los grupos y basta, para ello, con que tres personas permanezcan sentadas frente a frente durante algunos minutos, en cuyo caso, a falta de jerarquía de poder, la persona con el rostro emocionalmente más expresivo será la que establezca el tono de la interacción.
El contagio se transmite a través de cualquier grupo coordinado de personas. Consideren el siguiente experimento sobre toma de decisiones en el que un grupo debía reunirse para repartir los beneficios anuales de una supuesta empresa entre sus empleados sin perder de vista dos objetivos fundamentales, conseguir el mayor provecho para su candidato y tener en cuenta simultáneamente el uso más adecuado posible de los fondos de la empresa. Las agendas conflictivas acaban generando tensión y, al finalizar la
reunión, todo el mundo se siente mal, cosa que no sucede en un grupo con idéntico objetivo pero que moviliza otro tipo de emociones. Las dos reuniones mencionadas eran simulaciones empresariales de una
investigación realizada en la Yale University y hoy en día clásica en la que los voluntarios se dividieron en grupos para repartir los beneficios. Lo que nadie sabía era que uno de los integrantes de cada grupo era, en realidad, un consumado actor al que se le había asignado la tarea de ser cordial y entusiasta
con uno de los grupos y deprimido y enojado con el otro. La investigación demostró una clara modificación del estado de ánimo de los miembros de ambos grupos y que, cuando el actor manifestaba su opinión
amable y cordialmente, los miembros del grupo se sentían mejor que cuando, por el contrario, se mostraba irritable, en cuyo caso, la gente iba malhumorándose con el paso del tiempo. Pero nadie parecía saber, no obstante, lo que había modificado su estado de ánimo que se había visto transformado inconscientemente.
Los sentimientos que se mueven entre los miembros de un grupo pueden sesgar el modo en que procesan la información y afectar, en consecuencia, a sus decisiones. Y esto implica que, cualquier grupo que pretenda llegar a una decisión conjunta haría bien en no centrar exclusivamente su atención en el contenido de lo que se dice y en tener también en cuenta las emociones compartidas.
Esta convergencia sugiere la existencia de un magnetismo sutil e inexorable, un impulso que se asemeja a la gravedad y lleva a las personas que están estrechamente relacionadas ya sea familiares, amigos o compañeros de trabajo a pensar y sentir de manera parecida sobre ciertas cosas.

                                               Inteligencia Social

sábado, 1 de febrero de 2014

Actuar sin la idea es el camino del amor


El pensamiento debe estar siempre limitado por el pensador, quien se halla condicionado; se halla condicionado siempre, jamás es libre. Cuando surge el pensamiento, de inmediato sigue la idea. La idea, a fin de poder actuar, está forzada a crear más confusión. Sabiendo todo esto, ¿es posible actuar sin la idea? Sí, ése es el camino del amor. El amor no es una idea, no es una sensación, no es un recuerdo; el amor no es un sentimiento de postergación, un recurso autoprotector.
Sólo podemos conocer el camino del amor cuando comprendemos todo el proceso de la idea. ¿Es posible, entonces, abandonar todos los otros caminos y conocer el camino del amor, que es la única salvación? Ningún otro camino, político o religioso, resolverá el problema. Esto no es una teoría que usted deba considerar y adoptar en su vida; tiene que ser algo real.
... Cuando uno ama, ¿existe la idea? No acepte esto; simplemente mírelo, examínelo, investíguelo a fondo. Hemos probado todos los otros caminos, y en ellos no hay respuesta para nuestra desdicha. Los políticos pueden prometer esa respuesta; las así llamadas organizaciones religiosas pueden prometer la felicidad futura; pero esa felicidad no la tenemos ahora, y el futuro tiene relativamente poca importancia cuando estoy hambriento. Hemos ensayado todos los otros caminos; pero el camino del amor sólo podemos conocerlo si conocemos el camino de la idea y abandonamos la idea, lo cual implica actuar.

                                                                                    Krishnamurti