¿Importa el tamaño?
¿Cuál es la finalidad de la vida?. Esta es otra buena pregunta. A otras especies no parece importarles demasiado, pero es algo que importa mucho a los seres humanos. El filósofo británico Bertrand Russell planteó esta cuestión de forma simple y brillante. Está dividida en tres partes y merece la pena leerla dos veces: ¿Es el hombre lo que le parece al astrónomo, un minúsculo conjunto de carbono y agua que se agita en un pequeño e insignificante planeta? ¿O es lo que le parece a Hamlet? ¿O es acaso las dos cosas a la vez?.
Habrá que perdonar que perdonar aquí el lenguaje machista. Russell escribió esto hace mucho tiempo, no sabía que más adelante la gente podría no verlo con buenos ojos. Las tres preguntas de Russell captan algunos de los misterios fundamentales de la filosofía occidental, aunque no necesariamente de la oriental. ¿Es la vida, en esencia, casual y carente de sentido? ¿O es profunda y misteriosa como lo creía el gran héroe trágico shakesperiano?. Volveré a Hamlet enseguida. Veamos primero la idea de que habitamos en un planeta pequeño e insignificante.
Desde hace años, el telescopio Hubble ha estado emitiendo a la tierra miles de imágenes deslumbrantes de galaxias lejanas, enanas blancas, agujeros negros, nebulosas y púlsares.
Comprendemos que el universo es gigantesco y que la tierra es relativamente pequeña.
Pero ¿cómo de pequeña?
Es muy difícil hacerse una idea clara del tamaño de la tierra porque con los planetas, como con cualquier otra cosa, el tamaño es relativo. Dadas las inmensas distancias entre nosotros y los demás cuerpos celestes, cuesta tenes una base a partir de la cual poder comparar.
Me alegró mucho dar con una serie de imágenes que me ayudaron a hacerme una idea del tamaño relativo de la tierra.
En la imagen está la Tierra, con algunos de nuestros vecinos más próximos. Aquí tenemos bastante buen aspecto, especialmente respecto a Marte y Mercurio.
Retrocedemos un poco. De repente, el panorama, parece bastante menos alentador. Abajo podemos ver la Tierra con algunos de los integrantes más grandes el sistema solar.
Ahora, comparada con Urano y Neptuno, y desde luego en compañía de Saturno y Júpiter, la Tierra parece un poco menos impresionante. Al llegar a este punto Plutón de convierte en una vergüenza cósmica. A pesa de todo nosotros seguimos ahí; me refiero a que por lo menos se nos ve.
Sin embargo, ya sabemos que debemos tener en cuenta más cosas. Por ejemplo, que la Tierra es pequeña cuando la comparamos con el Sol, pero ¿cómo de pequeña?
A esta escala, La Tierra tiene el tamaño de una pepita de uva, y mejor haremos en no decir nada de Plutón. Pero por muy grande que sea el Sol, no es el gigante cósmico que aquí aparece.
Si nos retiramos un poquito más, la imagen cambia totalmente, incluso para los adoradores del Sol.
A esta escala, la Tierra simplemente a desaparecido y el Sol apenas tiene el tamaño de un garbanzo.
Echa un vistazo a la estrella Arturo mientras retrocedemos un vez más para abarcar Betelgeuse y Antares.
A esta escala, el Sol es como un grano de arena y Arturo una cereza. Antares, por cierto, es la estrellam decimoquinta más brillante del firmamento. Está a más de mil años luz. Un año luz, como recordarás, es la distancia recorrida por un rayo de luz en un año. Eso es lejos.
Pero en término galácticos no es tanto en realidad. Compáralo con la imagen siguiente.
Se trata de una imagen de la Gran Nube de Magallanes, una de las Galaxias más próximas a la Vía Láctea. Los científicos estimas que las Nubes de Magallanes están aproximadamente a 170.000 años luz. Es casi imposible imaginar el tamaño de la Tierra a esta escala. Es inimaginable, lastimosa e indetectablemente pequeña.
Y sin embargo...
Podemos sacar varias conclusiones alentadoras de esto. Una es un poco de perspectiva. Lo que quiero decir, de verdad, es que cualquier cosa que te preocupase cuando te levantaste esta mañana, olvídala. ¿Qué importancia puede tener dentro del gran orden del Universo?. Haz las paces y sigue adelante.
La segunda es que a primera vista estas imágenes apuntan que la respuesta a la primer pregunta de Russell podría ser que sí: parece que estemos pegados a la superficie de un planeta extraordinariamente pequeño e insignificante. Pero en realidad la cosa no acaba ahí. Por muy pequeños e insignificantes que seamos, somos los únicos entre las especies conocidas de la Tierra -y de cualquier otra parte, que sepamos- capaces de hacer algo extraordinario: podemos concebir nuestra insignificancia.
Alguien, utilizó el poder de la imaginación, hizo las imágenes que acabo de enseñarte. Utilizando este mismo poder puedo escribir sobre ellas y publicarlas, y tú lograrás entenderlas. El hecho es que como especie también creamos el Hamlet del que habla Russell, la Mezquita, la Capilla Sixtina, el blues, el rock y todo los deslumbrantes logros y aspiraciones humanas.
No quiero decir que otras especies de la Tierra no tengan ningún tipo de habilidad imaginativa. Pero desde luego ninguna se a la manifestación de las complejas habilidades que fluyen de la imaginación humana.
¿Por qué se dan estas diferencias entre los humanos y otras especies de nuestro planeta?. Mi respuesta general es la imaginación. Pero de lo que en realidad se trata es de la mucho más compleja evolución del cerebro humano y del dinamismo de su funcionamiento. La dinámica de la inteligencia humana es la base de la descomunal creatividad de la mente. Y nuestra capacidad creativa nos permite reconsiderar nuestra vida y nuestras circunstancias. Y encontrar nuestro camino para llegar al Elemento.
Del Libro El Elemento.
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