La pregunta correcta es esta.
La diferencia con la anterior es abismal. El -cómo- indica que hay una forma limitada de medir la inteligencia de todas las personas se puede reducir a una cifra o a algún tipo de cociente. El -de qué modo- apunta una verdad que no reconocemos como deberíamos: que hay diferentes maneras de expresar la inteligencia y que ninguna escala puede medirlas.
Siempre ha habido críticas - en estos últimos años han aumentado en número y fuerza- a las definiciones de la inteligencia que solo se basan en el coeficiente intelectual.
Howard Gardner, profesor de psicología de la Universidad de Harvard, ha sostenido, con gran éxito, que tenemos no una si no múltiples inteligencias.Afirma que estos tipos de inteligencias son más o menos independientes entre sí y que no hay una más importante que otra, aunque puede que algunas sean -dominantes- y otras -latentes-. Mantiene que todos tenemos distintos puntos fuertes en diferentes inteligencias y que la educación debería tratarlas por igual para que todos los niños tuviesen la misma oportunidad de desarrollar sus habilidades individuales.
Robert Stenberg es profesor de psicología en la Universidad de Tufts y antiguo presidente de la American Psychological Association. Sostiene que hay tres tipos de inteligencia: la inteligencia analítica, la inteligencia creativa y la inteligencia práctica.
El psicólogo y autor del best seller Daniel Goleman ha sostenido en sus libros que hay una inteligencia emocional y una inteligencia social, ambas fundamentales para llevarnos bien con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
Robert Cooper, autor de Aprende a utilizar el otro 90% , mantiene que no deberíamos entender la inteligencia como algo que ocurre solo en el cerebro que tenemos dentro del cráneo. Habla del cerebro del corazón y del cerebro del intestino. Siempre que tenemos una experiencia directa, dice, esta no va directamente al cerebro que se halla en el interior de nuestra cabeza. Se dirige primero a las redes neurológicas del tracto intestinal y del corazón. Describe la primera de ellas, el sistema nervioso entérico, como un segundo cerebro, dentro de los intestinos, que es independientemente pero que también está interconectado con el cerebro del cráneo. Sostiene que esta en la razón por la que a menudo nuestra primera reacción ante un acontecimiento es una reacción intestinal. Seamos o no conscientes de ello, dice, nuestras reacciones intestinales configuran todo lo que hacemos.
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