domingo, 12 de enero de 2014

LA INEXISTENCIA DEL CUERPO


Cuando escuché que en realidad no tengo un cuerpo,
me reí a carcajadas.
Cuando percibí que mi cuerpo físico es tan ilusorio
como mi propia vida, continué riéndome.
Cuando me di cuenta de que esta era mi única verdad,
me quedé en silencio y dejé de sonreír.

Los problemas del ser humano comenzaron cuando la mente le dijo que tenía un cuerpo físico y él escuchó atentamente y después se lo creyó. Actualmente esa es su gran verdad y sobrevive con base en ella, se relaciona con los demás seres por medio de ella, y enferma o sana gracias a su verdad porque depende de ella todo el tiempo.
El cuerpo es un pensamiento que contribuyó con la individualización del Ser. La mente comenzó a observarse separada e independiente del resto y así inició su competencia, su lucha por el poder, su deseo de obtener más, su ansia de ser mejor que los demás, su comparación constante y la crítica por las aparentes diferencias. En cada crítica jamás pudo darse cuenta de que se censuraba sólo a sí misma, ya que no había más cuerpos físicos a su alrededor. Sin embargo estableció relaciones con otros cuerpos pese a esta distorsión “visual”, pese a su incapacidad para fundirse y considerarse una sola energía o un solo pensamiento con todo lo concebido. Estas relaciones obviamente eran de naturaleza enfermiza (por no llamarle demente); el cuerpo individual no tenía idea de que los demás cuerpos eran espejos que le reflejaban y no podía verse a sí mismo a través de ellos, sólo podía criticarles, compadecerles o reprocharles.
Con la crítica de los otros seres humanos o de los sistemas que sentía ajenos y absurdos, llegó la enfermedad y el cuerpo aprendió a desgastarse, a deteriorarse como una forma natural de vida y la muerte hizo su aparición. Y aunque el dolor de vivir se hacía infinito hasta el punto de desear la muerte, no era posible descubrir la causa, y mucho menos era posible sanarla. El ser humano veía afuera y señalaba con su dedo índice a todos los seres que le habían hecho daño. Si en ese momento se hubiera dado cuenta de que sólo se señalaba a sí mismo, la culpa tampoco le hubiera permitido sobrevivir; tal vez por eso tuvo que intervenir el tiempo, para abrirle paso al amor. Y el amor se filtró por algún espacio en la energía del ser humano y la más grande de las verdades hizo su aparición. Se le reveló que todo lo que existe, todo lo que puede ser concebido se encuentra alojado en forma de bits, entre los recovecos de un par de neuronas y que por esto mismo todo es ilusión.
Es por esto que el ser comprendió que dejaba de existir como ser individual, o como un cuerpo físico cuando dejaba de pensar. También comprendió que al dejar de pensar nada más era necesario. Al final salió del ensueño, así comenzó su paz, la tuya, la mía, la paz de la humanidad.

                    Vivi Cervera

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