“Amae”
Una palabra de origen
Japonés que leí hace unos meses y resonó tanto en mí que la capté porque resume lo que deseo escribir y explicar.
Amae significa: sé lo que sientes sin que me lo digas, sé lo
que necesitas sin que me lo pidas. Es una conexión alma con alma.
Es el corazón más intuitivo el que rige mis emociones y así
entonces son mis acciones.
Desde el ver no físicamente percibido, desde la mirada más
sentida del alma, podría llegar a decir que todo este tornado de intuiciones,
emociones y sentidos no tienen espacio
ni tiempo.
Nuestro cuerpo siempre tiene una respuesta a todas las emociones
percibidas, en algún lugar específico, según
la emoción sentida o el sentido implicado.
Pero en este caso
aseguraría que la esencia de Amae es ver, percibir, sentir, intuir y
vibrar con cada partícula del cuerpo y
del ser.
¿Cómo se ve, se siente y percibe cuando
no existen las creencias, cuando el ser es libremente?
Con los ojos llenos de ilusión e infinitamente plenos. Con ese” ver” que viene
del más profundo ser original, libre de toda creencia y pensamiento. A ese” ver”
sin ojos me dirijo.
En algún momento de nuestras vidas, estoy segura, hemos
podido experimentar este tipo de sensación-emoción. Le llamo así, aunque no
tiene que ver con los cinco sentidos únicamente, ni tampoco con una emoción específica. Creo
que es una de las uniones más majestuosas de la naturaleza humana. La fusión de
los sentidos sin sentido y las emociones sin explicación. Aquello que explicar
no puedo y muchas veces, no quiero. Aquello que es único y tan precioso que un silencio sonriente es su guardián.
En varios momentos disfruté de experimentar esta sensación de
Amae, lo curioso es que son milésimas de segundo en las que realmente es el
alma en esencia la que está por delante,
ya que poco tarda la razón en hacerse presente con sus opiniones, creencias y
dogmas. Si pudiéramos mantener ese instante, siempre que elijamos hacerlo, sería
realmente maravilloso.
La certeza y el amor
sería la energía predominante por excelencia.
¿Es realmente posible mantenernos, las personas de esta dimensión con” los pies sobre la
tierra” con una vida de supervivencia, en
un constante estado de amae? O el reto,
por poner una palabra, es aprender a vivir y fluir en las aguas calmas y bravías.
Me refiero que
quizás esa búsqueda constante del ser
humano que es el equilibrio absoluto, la maestría en la gestión de las
emociones, la paz y satisfacción constante y perdurable en el tiempo; nos lleve
toda la vida a tal punto que se nos vaya la vida en esa búsqueda. No quiero
decir con esto que sea entonces una vida perdida y que haya que descartar en su
totalidad esa posibilidad. Quiero decir
que el reto quizás sea que no hay reto alguno. Con que la cuestión sería permitirnos fluir
sin esfuerzo, sin búsqueda. Esto
último se manifiesta en ese momento de conexión.
Es fabuloso ese instante y el logro de ello es aún más. Sin
importar el tiempo en el que permanezcamos en él.
Solo hace falta prestar mucha atención a lo percibido en ese instante, más allá de que sean solo
unos muy pocos segundos, porque ahí está la certeza y la verdad de lo que es. Lo
que viene luego no es real es el producto de nuestras ideas, creencias y
dogmas.
Adriana Paola
Boldrini Camponovo.
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