jueves, 6 de febrero de 2014

A mi Madre





A mi Madre:

Está  en mi corazón  todos los días.

Podría decir con total acierto que estábamos muy  felices, que podíamos dar gracias de lo que teníamos a todos los niveles. No  sobraba  pero tampoco faltaba. Digamos, que para esa época,  éramos una familia de clase media con su casa, las dos niñas, la madre ama de casa; el padre con su trabajo, el perro jajajjajjjajajja, parece que hablara de las típicas familias que salen en las películas.
Las reuniones  con todo el clan familiar, por cierto fabulosas y muy divertidas, por lo menos para mí,  todos los domingos por la tarde, en las navidades y  en  los cumpleaños claro, eran un pacto o contrato de corazón. En síntesis una gran familia bastante unida. Que recuerdos tan bonitos tengo de esas épocas!. Conservo las imágenes clarísimas de las sonrisas de cada uno de los integrantes de la familia que acudíamos a esas reuniones. El olor del café batido con el azúcar, los jazmines y rosas de la casa de mi abuela que te acompañaban por el camino de entrada a su casa. Era desde luego el recibimiento más maravilloso que se puede tener. Un camino de flores perfumadas. Yo creo que si alguien entraba  con mala cara o mal humor, en casa de mi abuela,  al pasar por ese camino algo de ese aroma y color se le impregnaba, lo envolvía   cambiándole el  humor sin darse ni cuenta.
 Es muy curioso que estos sean los recuerdos que tengo más presentes.
Imposible pasar sin detenerse un instante en oler y ver los rosales y jazmines. Se detenía el tiempo. Inspiraba vida cada vez que sentía ese olor, y lo más fabuloso es que aún conservo el  recuerdo de ese aroma  que  me provoca la misma emoción y sensación.
Cuan vivas se tienen  todas las cosas que se viven plenamente de pequeños.
Las decisiones y elecciones convirtieron a esta familia de cuatro en  una familia de tres.
Ahora mismo, como en otros tantos momentos, vuelvo a hacer un repaso de esos años, lo que recuerdo claro, y ya no había tantas sonrisas, ya no recuerdo tantas alegrías. Ojo si las había pero  casualmente no las tengo tan presente como en los años anteriores.
El ser tres cambió a mi Madre,  así también  a las hijas. Esto es así.
 Desde ese momento sentí, intuí,  que mi madre inició  un camino de  devastación y desolación muy suyo, muy interno  que la alejó del ser protagonista,  en este gran  escenario, que es vivir.
 A veces son tantos los conceptos y palabras mezcladas con emociones que tengo al mismo tiempo que expresar una situación tan sentida de forma intuitiva  con unas pocas frases  es  complicado.
Así fue entonces que en un proceso muy lento, silencioso y solitario con el pasar de los años su tristeza  tan profunda  sumado a la  ausencia de ayuda, el desconocimiento de  cómo  ayudar a alguien  que no quería seguir sufriendo, pero que no era consciente de ello y no sabía cómo expresarlo. No le enseñaron a expresar las emociones  y menos aún a conocerlas. Ella con su dolor, con esa opresión en el pecho, con esa tristeza tan profunda no supo qué hacer, más que dejarlas ser en ella y permitirles así alimentarse  de su energía vital.
Ese dolor la inundó, recorrió cada rincón de su alma y cuerpo, como una poción que entra muy lentamente y va mimando  cada célula y órgano que toca. Poco a poco el rojo se volvió negro. Lo peor de esto es que aquella invasión  no  era externa.  Ahora sé que él más dañino de los venenos es el que crea nuestro corazón, nuestra mente. Ese es muy difícil de combatir. Te comió la vida mamá.
 Ese dolor tan grande, esa confianza rota, ese compromiso quebrado te fue apresando y presionando el corazón poco a poco.
 Ella regalaba  una gran cantidad de  consejos,  caricias, abrazos, amor y confianza infinita. Me detengo en  esta última, “Confianza”,  cuanta depositaba en todos!  y que bien nos hacía sentir eso!   La “confianza” su  gran virtud y su desdicha.
Nos unimos, o por lo menos yo me sentí más unida a mí madre, quizás por  la situación de sentirnos solas las tres mujeres, y aprendimos a resolver los conflictos internos y externos a tal punto que aprendimos a arreglar enchufes, luces y todas las pequeñas reparaciones que necesita una casa. Jajajjajajja. Entre ellos una sorpresiva diabetes que comenzó a debilitarla físicamente. Más azúcar en la sangre. Tu cuerpo, sabio, necesitaba endulzar  de alguna manera ese sabor tan amargo del sufrimiento. Ahora sé lo que esto significa mamá.
Esto continuó con problemas cardíacos. Su corazón lloró lo que sus ojos no fueron capaces de llorar y lo que su boca no supo expresar.
Era la mujer con más sensibilidad y entereza  que yo conocía. Pero el temor agota y pudo más.
Curiosamente hace dos días veo en una red social este comentario sobre la relación de los órganos, las emociones y las enfermedades.
ÓRGANOS INTERNOS: Corazón Tiene que ver con el amor, y el daño ocasionado al corazón siempre es por la pérdida, cuando uno resquebraja la confianza de una persona en uno, y eso nos conduce al temor, más pérdidas y también a la posesividad, a los celos, egoísmo, todo eso es el daño y el corazón está roto.
Por eso expresar siempre las emociones, llorar, gritar, patalear, bailar, cantar, reír, saltar, correr. Expresar!. Con el cuerpo, con las palabras. 
Amé, Amo y amaré a mi madre. Perfectamente madre.
                                                                                              Gracias!

                                            Adriana Paola Boldrini  Camponovo

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