martes, 15 de octubre de 2013

Creatividad e intuición en la praxis metodológica reflexión a la luz de la neurociencia cognitiva

Este artículo deja muy claro la relación y origen  de ambos conceptos.

Sincronicidad e intuición

A diferencia del estado consciente que se fundamenta en el conocimiento
del mundo externo, es decir lo que nos rodea; la sincronicidad y su expresión: la
intuición, consiste en un estado de conciencia en que la comprensión del ser, parece
estar proyectada fuera, como en un estado de entonamiento del cual no somos
conscientes.
La intuición pudiese ser explicada de la manera siguiente: la mente inconsciente
es un vasto depósito para las ideas, impresiones e imágenes que no se han
registrado jamás en nuestra mente consciente o lo han hecho de una manera tan
breve que no lo recordamos (no somos capaces de recordar todas estas cosas, o a
lo mejor, sólo muy pocas) en realidad no sabemos, conscientemente, que la mayoría
de ellas existen.
Sin embargo, tales ideas o impresiones son potencialmente la base de una
percepción interior personal que lleva pensamientos originales a la mente consciente
para la clarificación de ideas o la inspiración. Las ideas latentes en el subconsciente
son “soltadas”, como una idea intuitiva completa; en estos momentos
se dice que se ha tenido una súbita corazonada, es la exclamación del ¡Eureka!
después de una interacción o reverberación cerebral, en el que la totalidad se expresa
a través de la integración. Sin embargo, no todo el que se sumerge en una
tina, descubre el principio de Arquímides. Es necesario un apresto de trabajo, esfuerzo
y conocimientos previos para tener ese momento de exquisita iluminación.
Es por ello que algunos afirman que el proceso creador tiene un monto mayor
de transpiración que de inspiración.
Otro hallazgo teórico que fue de gran relevancia para la neurociencia y sirve
de sustento para explicar algunos fenómenos, hasta hace poco conocidos como
paranormales, entre los cuales, se encuentra la intuición, es el estudio realizado
por Karl Pribram3 quien integra la investigación del cerebro con la física teórica y
afirma: “Nuestros cerebros construyen matemáticamente una realidad ‘concreta’
al interpretar las frecuencias de otra dimensión, una esfera de la realidad primaria
significativa, pautada, que trasciende el espacio y el tiempo. El cerebro es un holograma
que interpreta un universo holográfico” (Wilber et al., 2001, p. 13). Es
importante recordar el concepto de prosodia, el cual se refiere a la necesidad que
tiene el lenguaje de cierta eufonía para hacerse inteligible. La prosodia incluye
componentes como presión, ritmo, tono y melodía que aportan una carga semántica que va más allá del significado formal de las palabras, lo cual es regulado sobre
todo desde el hemisferio derecho (Trimble, 2007)
El constructo del cerebro como un holograma, lo argumenta Pribram de la
manera siguiente: “generalmente, los recuerdos se graban en todo el cerebro, de tal
modo que la información concerniente a un objeto o cualidad dado no queda almacenada
en ninguna célula en particular ni en ninguna parte localizada en el cerebro,
sino más bien que toda la información queda envuelta en la totalidad del cerebro”
(Wilber et al., 2001). De acuerdo con Pribram este almacenamiento se asemeja a
un holograma en su función, pero su estructura es mucho más compleja.
La investigación y la teoría de Pribram abarca un amplio espectro de la conciencia
humana: el aprendizaje y los trastornos de aprendizaje, la imaginación, el
significado, la percepción y las llamadas paradojas de la función del cerebro. En
este sentido da cuenta de lo que denominamos percepción normal; y al mismo
tiempo, interpreta las experiencias paranormales y transcendentales como parte
de la naturaleza, quitándole el rotulo de sobrenatural.
Esta nueva perspectiva tiene significativas implicaciones en cualquier ámbito
de la ciencia, así como de la vida humana; en tal sentido diremos con Martínez
(2004, 2012), que con los nuevos avances de la neurociencia se abre un camino de
posibilidades ilimitado, tanto en la comprensión del hombre, su relación con el mundo
de lo tangible y de lo intangible, como en sus efectos inmediatos en el nacimiento
de un nuevo paradigma que abarcaría todas las ciencias. Se abre, así, una brecha desde
la neurociencia, que bien pueden servir para proponer actividades aprendizaje que
constituyan un estimulo a la creatividad en el quehacer investigativo.
En ese mismo sentido, y muy vinculado con la intuición, en tanto posibilita
el uso de la misma, nos encontramos con el constructo de libre albedrío; Wolpaw
(2002), esgrime que los procesos que conducen a la formación de la autoconciencia,
y que se dan en la conexión entre los circuitos internos sociodependientes con
el denominado “exocerebro” están representado en la cantidad de símbolos que
circulan en la cultura y que permiten “concebir” los objetos, a diferencia de los
signos y señales, que sólo los anuncian.
Es relevante, porque Bartra (2011) cree encontrar allí el germen del libre albedrío,
al que considera que sólo tiene una representación minúscula en el total
de la conducta. Aunque el denominado “libre albedrío” sólo tenga una participación
cuantitativamente minúscula en la conformación de la conducta total, su
peso específico en la organización de la subjetividad es enorme y fundamental
(Rojas, Portilla–Geada, Mobilli, Martínez y Araujo, 2012). De alguna manera
podríamos verlo como el vértice de los procesos de creatividad que conducen a la
expresión de la subjetividad (Bartra, 2011).
Por encima de los hábitos y estereotipias comportamentales, alojadas como
representaciones globales previas en la estructura cerebral, se encuentran procesos
que se conciertan mucho más lentamente y que consisten en contrastar dichas
representaciones, incluso cuando son contradictorias y guardan relaciones tensas
entre sí (Changeux, 2005). Es posible que un proceso de esta naturaleza se cum-
pla en Pablo Neruda cuando logra imágenes de alta factura poética, como por
ejemplo: “diamante líquido”.
Pero no solo en la literatura podemos encontrarnos con ejemplos como
éste, lo que se sostiene en esta reflexión es que la intuición y la creatividad desde el
libre albedrío puede representar una danza en donde los bailarines están conectados
con el producto independientemente de lo significativo que pueda ser cada
movimiento, y aun así debe ser articulado para generar los movimientos complejos
y al mismo tiempo sencillos que preceden a todo acto creativo.

Beatriz Carolina Carvajal
Telos Vol. 15, No. 1 (2013) 77 - 90
2 La sincronicidad a la cual C. G. Jung (1989) alude como relaciones sincrónicas, es decir
aquéllas que nos permiten actuar y “presentir” acontecimientos lejanos- en el tiempo y
espacio conocido- de los cuales no estamos conscientes; es el darse cuenta de la ocurrencia
de un acontecimiento, sin que éste se haya materializado.
3 Como dato referencial acotaremos al lector que este neurocirujano e investigador es
amigo del maestro occidental Alan Watts, y del físico David Bohm, quien a su vez, es
amigo de Kirshnamurti y antiguo colaborador de Albert Einstein.

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