martes, 23 de febrero de 2016

Sobre el amor y la Soledad



Tenemos profundas heridas conscientes e inconscientes, ya sea infligidas por nosotros mismos o causadas por otros. Nos lastiman en la escuela, en el hogar, en el autobús, en la oficina, en la fábrica. Esas heridas profundas, conscientes o inconscientes, nos embotan psicológicamente. Observen, si pueden, sus propias heridas internas. Un gesto, una palabra, una mirada, son suficientes para lastimarnos. Y quedamos lastimados cuando nos comparan con otra persona, cuando tratamos de imitar a algún otro, cuando nos amoldamos a un patrón establecido por otro o por uno mismo. ¿Es posible comprender estas heridas, verse libre de ellas y jamás, bajo ninguna circunstancia, ser lastimados nuevamente?. ¿Pueden eliminarse sin que dejen ninguna huella?. Observen, mírense a sí mismos. ¿Puede uno conocer sus heridas inconscientes? ¿O debe pasar por el tonto proceso del análisis?. ¿Quién es el analizador? ¿Es diferente de  lo analizado?. El analizador es lo analizado. ¿Cómo ha de revelar la mente todas estas heridas ocultas en los profundos escondrijos de nuestra consciencia?. Veo la falacia del análisis y, por consiguiente, no hay análisis. Observar. No hay análisis, y nuestra tradición consiste en analizar; por tanto, he descartado la tradición del análisis. ¿Lo están haciendo ustedes? Entonces, ¿qué le ha ocurrido a la mente cuando ha negado, descartado, visto la falsedad de algo, la falsedad del análisis? ¿No está libre de carga? En consecuencia , se vuelve sensible; es más ligera, más clara, puede observar con mayor agudeza.
                                                                         
                                                                               Krishnamurti

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