En las situaciones normales de la vida diaria, entre los sucesos y la emoción existe un diálogo
interior. En la mayoría de los casos la emoción procede de la interpretación del suceso y no del propio
suceso, y esta interpretación está mediada por los pensamientos que se tengan al respecto. En ocasiones,
se tienen pensamientos deformados o distorsionados de la realidad que hacen estallar y/o exacerbar
emociones negativas, es lo que se denomina distorsiones cognitivas o pensamientos automáticos.
Los pensamientos automáticos son nuestra charla interna o auto diálogo con nosotros mismos,
a nivel mental, expresados como pensamientos o imágenes y que se relacionan con estados emocionales
intensos (como la ansiedad, la depresión, la ira o la euforia). A menudo forman «versiones»
subjetivas de las cosas que nos ocurren que suelen ser bastantes erróneas, en el sentido de dar una
falsa imagen o interpretación de las cosas y los hechos, por lo que se le dice que están basados en
«distorsiones cognitivas».
En psicología las llamadas distorsiones cognitivas se tratan a través de diversos métodos, entre
los que se encuentra el denominado terapia cognitiva. Beck (1995) inicia el desarrollo de esta terapia
a principio de la década de los sesenta para ayudar a los pacientes con tales distorsiones en el
pensamiento. La terapia cognitiva pretende identificar y modificar las cogniciones desadaptativas,
resaltar su impacto perjudicial sobre la conducta y las emociones y sustituirlas por otras más adecuadas.
La terapia cognitiva de Beck consiste básicamente en identificar pensamientos distorsionados
que causan dificultades en el estado emocional, con el objeto de modificarlos.
Según Beck las cogniciones negativas se caracterizan por aparecer de forma refleja (sin razonamiento
previo), ser irracionales e inadecuadas, ser aceptadas por la persona por considerarlas
posibles y ser involuntarias.
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