jueves, 27 de noviembre de 2014

“No se puede sembrar cólera, odio y amargura contra sus semejantes y cosechar su simpatía o amor. Semilla y cosecha, tanto se trate de algo puramente físico como espiritual, están eternamente ligadas a una determinada ley, a saber, la ley de causa y efecto. En su ignorancia, los hombres dan lugar con su modo de ser a actos que son las causas de efectos que llevan la desdicha a su propio destino. Pero en virtud de la ley del destino, que hace que todo desencadenamiento de energía tenga que volver a su origen, todos los seres experimentan los efectos de su modo de ser para con su entorno. 
Así llegarán a estar en condiciones de crear ellos mismos su propio destino, de modo que sea una bendición, felicidad y alegría tanto para ellos mismos como para otros.” Martinus, “Meditación”, cap. 12

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